viernes, 28 de mayo de 2010

Amores de balcón



En las ciudades ya no hay amor.

En mucho lugares los balcones ya no están de uso, están con las puertas cerradas, sucios, mal pintados, y ya nadie se asoma a ellos ni se ve una luz a través de las cortinas. Sin balcones perdimos el amor. Podres neo-Julietas. Pobres Romeos post-modernos. Donde brotaran los poemas de amor improvisados, los que antes nacían de amantes separados por un balcón, o quizás unidos irremediablemente por uno.


Los balcones de mi ciudad se pierden, son un pedazo olvidado de las casas, incluso las mismas casas con balcón están desapareciendo. ¿Quién planeo eso? ¿Los arquitectos? ¿Los ingenieros civiles? Tengo serias sospechas de los ingenieros civiles y sus matemáticas bastardas. Donde pasarán las historias de amor del futuro ¿En las cocinas? ¿Frente al computador? Los balcones era el lugar.


Ahora la ciudad me deprime más, porque me deprimo al verlos olvidados. Espero que alguien me entienda..


Prueba Numero uno: “Cinema paraíso” (Giuseppe Tornatore.) La promesa de Totó a Elena fue esperar cien noches bajo su balcón a que ella se asomara, si ella aparecía en el balcón sería la señal de amor correspondido. Totó esperó y esperó, con lluvia y con tormenta. Fui testigo de su espera bajo ese balcón con la banda sonora que te hacia tiritar los huesos. El amor y los balcones.


Prueba Número dos: Romero y Julieta… sin más comentarios.


Y ahora la gente los ignora.


Definitivamente me hubiera encantado vivir en los amores de balcón, ahora todo se convierte más sólido, me gusta lo abstracto, me voy por lo mas olvidado, lo efímero lo inolvidable, estoy en busca de ese tipo de amores, si bien no tengo balcón, espero conocerlo en uno. Creo que estaré en la búsqueda del mejor.


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